El Comienzo del Remolino
Hacé aproximadamente un año, con mi tercera hija recién nacida y a un año de cumplir los 40, mi vida dio un giro de 180 grados. Después de la licencia de maternidad, decidí dejar mi trabajo como investigadora. Por un lado, los horarios eran imposibles; por otro, y quizás más importante, sentía que esa ya no era yo. No me llenaba.
Ese fue el epicentro de mi propio remolino. Entre los cambios, el puerperio y la sensación de estar flotando en el espacio, sabía que necesitaba darle un nuevo sentido a “esta experiencia terrestre”, como me gusta llamarla.
Intenté trabajar con Juan, mi compañero de vida, pero sentía que yo era un personaje secundario en su proyecto. Y yo necesitaba algo que fuera 100% mío, algo que pudiera controlar y construir desde cero. Siendo Dra. en Biología en Mendoza, y con tres hijos pequeños, volver a un trabajo en relación de dependencia era, simplemente, una fantasía.
Buscando una Salida a la Tormenta en Mi Cabeza
Estaba perdida, buscando por todos lados una forma de calmar esa tormenta interna. Mi primer refugio fue ponerme los auriculares y transformar los paseos con el cochecito en un espacio sagrado, solo para mí. Me enganché con el podcast de Mel Robbins y, en esas caminatas diarias, algo empezó a hacer clic. Aprendí algo que suena a cliché, pero que es una revelación cuando de verdad lo entiendes: yo decido cómo me siento y, con esfuerzo y creencia, todo es posible.
El siguiente paso fue un cambio aún más radical: enfrentar un vicio que arrastraba desde chica. Fumar. Si bien desde que soy mamá fumaba muy poco —quizás uno o dos cigarrillos a la noche, siempre lejos de los chicos—, ese hábito me generaba un conflicto interno horrible. Me encontraba deseando que mis hijos se durmieran rápido solo para tener ese momento para “irme a fumar un pucho”.
Mi hija Chiara lo cambió todo. A veces se despertaba justo cuando estaba fumando, y tener que ir a acunarla con ese olor a tabaco impregnado en mí me partía el alma. Fue un “basta” definitivo. Decidí dejarlo para siempre. Pero necesitaba un reemplazo, algo para canalizar esa ansiedad. Y ahí se me ocurrió una idea que parecía una locura: ¿y si empiezo a correr? Me puse una meta gigante para no poder echarme atrás: correr una media maratón. Me bajé la app de Nike Run y me comprometí a entrenar cinco veces por semana.
Si te soy sincera, al principio fue horrible. Me quedaba si aire. Me dolía todo, todos los días. Pero la disciplina es así, te presentas aunque no tengas ganas. Y día tras día, ahí estaba.
El Descubrimiento que lo Cambió Todo
Justo en ese momento, decidí probar algo de lo que Juan me venía hablando hace tiempo: el agua hidrogenada. “Si realmente es tan buena como dicen”, pensé, “¿por qué no probarla y traerla a Argentina? ¿Hacer de esto mi trabajo y, de paso, impactar en la vida de la gente?”. La idea era perfecta.
Me lo tomé en serio. Compré 10 botellas diferentes de agua hidrogenada y un reactivo para medir la concentración de H₂ de cada una. Hice pruebas de calidad, materiales, funcionamiento… hasta que encontré la botella perfecta. La misma que hoy es Virya.
Y ahí empezó mi experimento personal. Empecé a tomar entre 6 y 10 botellas al día, que es más o menos 1.6 – 2 litros de agua. Lo primero que te puedo asegurar es que te hace tomar más agua, ¡y eso ya es un plus!
Lo que Noté: Los Cambios Reales (y a Veces, Inesperados)
1. El Dolor Desapareció (Literalmente, al día siguiente)
Esto fue lo más impresionante y lo primero que noté. Prácticamente de un día para otro, el dolor crónico de cuerpo que sentía por los entrenamientos desapareció. Mis rodillas y tobillos, que me molestaban a diario, dejaron de hacerlo. Los dolores ahora eran momentáneos y por la mañana me sentía totalmente recuperada. No tengo dudas de que esto influyó en mi velocidad. Después de solo 3 meses de entrenamiento, corrí mi primera media maratón (21.1 km) a un ritmo de 5:10 min/km. ¡Un logro increíble para mí!


2. Energía Extra al Final del Día (¡Adiós, modo zombie!)
Mi hija Chiara nunca fue de dormir bien. Desde que nació, sus problemas intestinales hacían que se despertara cada dos horas. Imagínense mi estado a las 8 de la noche, después de un día de casa, trabajo y tres niños… era un modo zombie total, solo quería desmayarme en la cama. A la semana de empezar con el agua H₂, noté que llegaba a la noche sin ese agotamiento extremo. Tenía un extra de energía que me permitía estar de mejor humor y, sobre todo, descansar mejor.
3. Enfoque y Equilibrio (El mix perfecto)
Hoy me siento súper enfocada en todo lo que hago. Mi humor también cambió. Estoy más tranquila, equilibrada y positiva. Siendo totalmente sincera, creo que esto es un mix de todo. Correr y las endorfinas que libero seguro tienen mucho que ver.
4. Una Mejora “No Menor” (¡Adiós, problemas intestinales!)
Esto lo noté después de un tiempo de consumo constante: una mejoría abismal en mi tránsito intestinal. Siempre me costó mucho ir al baño, a veces pasaba varios días. Hoy, voy diariamente sin problemas, algo que sé que es un tema para muchísimas mujeres.
Mi Conclusión y Testimonio: No es Magia, es un Empujoncito
Mi conclusión final es clara: el agua hidrogenada no es una solución mágica, pero sus efectos son reales. Es un suplemento que se integra a tu rutina para ayudarte a estar más sano.
Quizás no notes todas sus propiedades de inmediato, pero a nivel molecular, el H₂ trabaja para optimizar tu cuerpo. No esperes un cambio radical de la noche a la mañana solo por beberla. Pero sí puedes esperar ese impulso extra que marca la diferencia: la energía para elegir correr en lugar de quedarte en el sofá, o la vitalidad para llegar al final del día con una sonrisa.
En mi caso, fue la pieza fundamental que me permitió acelerar mi recuperación y mantener la disciplina. Por eso quise compartir mi testimonio con el agua hidrogenada. Si estás buscando mejorar tu bienestar, te invito a que lo pruebes y sientas la diferencia por ti mismo.

